Disney nos presenta en su último film de animación, Enredados, una historia nueva sobre algo viejo. Esta vez la princesa no lo es tanto -o por lo menos no lo sabe-, el caballero más bien es un bandido, la mala...esa sí que es tan mala como siempre, y obviamente no podía faltar el bello corcel -el cual adquiere más protagonismo que nunca-.
Los tiempos están cambiando y con ellos los clásicos de Disney. La productora se ha aplicado el popular dicho de renovarse o morir, y ha convertido a la dulce princesita en todo aquello que las anteriores nunca fueron. Rapunzel es atrevida, inquieta, con problemas personales propios de cualquier adolescente de nuestro tiempo, pero tan dulce y guapa como sus predecesoras.
Llegados a este punto os preguntareis dónde está el príncipe que viene a rescatar a la princesa...pues siento deciros que no lo hay. Flynn es un ladrón que coincide con la rubia de larga melena de una forma bastante involuntaria.
Los personajes secundarios son de los más interesantes que ha creado el Estudio en los últimos años, y curiosamente no hablan. El corcel, Maximus, y el camaleón, Pascal, son los pilares fundamentales que sustentan a los protagonistas y en ocasiones tiene momentos más brillantes que los mismos. La mala vuelve a ser la madrastra y en torno a ella gira uno de los finales más arriesgados de la historia de la factoría.
Hay que decir que si la trama es buena, aún mejor lo es la técnica de animación. Disney ha conseguido con esta producción un 3D que introduce a los espectador dentro de la pantalla. Más impresionante aún es el trabajo realizado con el pelo de la protagonista, nada más y nada menos que 21 metros, que aunque podría haberse convertido en un lastre en algún momento de la película, se adapta perfectamente a cada situación y armoniza cada secuencia.
¿Qúe decir de el final? Como no podía ser de otra manera en un clásico, por muy renovado que se encuntre, fueron felices y comieron perdices.
Si no tienes plan y te gustan los clásico de Disney...¡ya sabes!
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